sábado, 8 de junio de 2013

Vamos al teatro


     No debemos que pensar que las nubes son solo motivo de estudio científico. También los antiguos miraron las nubes como posible materia literaria. Sin ir mas lejos, hace casi 2500 años, en Grecia, un autor teatral como Aristófanes pensó que sería buena idea escribir una obra teatral en clave de comedia en la que aparecieran las nubes no solo como motivo sino como personajes. "Las Nubes" se representó hacia el 423 antes de Cristo, y en sus lineas encontramos la que es quizás la primera referencia al filósofo Sócrates. Cómo han cambiado los tiempos; imaginemos hoy en día una obra de teatro en la que apareciera como personaje principal Jacques Derrida o Hilary Putnam (a muchos ni les sonarían esos nombres, lo cual dice mucho del cambio de usos y costumbres culturales en los últimos 2000 años).
   Trata nuestra obra de un padre (Etrepsiades), un hijo (Fidipides) , y una academia de pensamiento regentada en cierto modo por el filósofo Sócrates. Es cierto que Sócrates no queda muy bien parado en la representación, pero realmente casi nadie queda bien parado en una comedia de la antigüedad. Nuestro padre quiere mucho a su hijo pero, quizás debido a ese amor, lo malcría y se endeuda por su culpa -sólo esta parte ya la convierte en una obra actual-.. Etrepsiades ve que se le avecina un juicio si nadie lo remedia, y para intentar ganarlo piensa que lo mejor sería saber jugar con las palabras y los conceptos, tener cultura y don para convencer; y ahí es donde entran en juego la Academia (que en la obra se le llama con el irónico nombre de "pensadero") y Sócrates. Sócrates le enseña cosas que no entiende, y le revuelve todo su mundo y su espíritu mostrándole cómo Zeus no existe, pero sí que existen unas diosas importantes e independientes: las nubes. Incluso las nubes mantienen un diálogo con el padre Etrepsiades. Convencido de lo buena que es esta Academia obliga a su hijo Fidípides a que asista y aprenda a defender argumentos; de esa manera, piensa, podrá defenderse cuando los acreedores aparezcan. Sin embargo el hijo aprende lo que no debe, entre otras cosas argumentos falsos, y llega incluso a pegar al padre (cree que si el padre le pegó de pequeño por su bien, él podrá hacer lo mismo con su padre ahora que es mayor); así que al final Etrepsiades ve toda esa "cosa" del pensar y de los filósofos como un gran engaño lleno de palabrería, se dirige a la Academia y junto con un criado la quema. Por cierto, las nubes no acudieron lloviendo al socorro de la Academia.
    Ni qué decir tiene que Aristófanes no se fiaba de los filósofos. Bueno, de los filósofos sí pues en la época tenían en general un reconocido prestigio; pero en concreto veía al grupo de los sofistas como un peligro, y mete a Sócrates en el saco de esos pensadores que -según él- tanto daño hacían a los jóvenes llenándoles la cabeza de argumentos y contraargumentos, de ideas que subvertían el orden establecido.
    Así pues, vemos aquí a nuestras amigas las nubes desde otro punto de vista, más literario, más conceptual. No todo van a ser experimentos...Podemos trabajar en esta obra asuntos relacionados con los géneros literarios, la filosofía, la educación...incluso podemos proponer juegos de ingenio en los que los más pequeños puedan defender un argumento y su contrario de una forma cambiante como cambiante e incierta es la forma y el aspecto de las nubes. Nótese que se antepone el concepto de Dios Padre (Zeus) inamovible y sólido, frente a la idea de nubes como elemento huidizo y cambiante. Si queréis saber algo más sobre Aristófanes mirad por ejemplo aquí o en este estudio novedoso del teatro griego y de nuestro autor , y si lo enfocáis más desde lo filosófico podéis encontrar fácilmente enlaces sobre los sofistas o sobre Sócrates (este último enlace muy completo y profundo).
   Y ya sabéis: no les hagáis caso a las nubes....


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